lunes, 17 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (CEBREROS VI)


LA IGLESIA DE CEBREROS
El peregrino, recordando el Puente de Valsordo, deduce que el Cabildo abulense debía tener extensas posesiones poresta zona y por esta razón tomara la iniciativa de la construcción de un nuevo templo en la segunda mitad del siglo XVI


Después de recorrer las calles de Cebreros, el peregrino se dispone a visitar la iglesia de Santiago y contemplándola desde la plaza le viene a la memoria la opinión de Gómez Moreno que en su Catálogo Monumental de la Provincia de Ávila apuntaba «que tenía fama de ser la mejor de la diócesis y que no tenía rival en la provincia».
Cebreros ya tenía una iglesia parroquial, curiosamente también bajo la advocación de Santiago, pero, como suele pasar, las necesidades del culto y la mala ubicación, hicieron que en 1550 el Deán y el Cabildo de la Catedral de Ávila pensaran en la conveniencia de construir una nueva iglesia en el centro de la localidad.
El peregrino, recordando el Puente de Valsordo, deduce que el Cabildo abulense debía tener extensas posesiones por esta zona y por esta razón tomara la iniciativa de la construcción de un nuevo templo contratando como arquitecto a Alonso de Covarrubias y a los maestros y oficiales canteros más expertos en la labra de la piedra.
Como suele hacer el peregrino cuando visita algún monumento lo primero que hace es observarlo detenidamente desde el exterior y en esta ocasión ve un espacio sin adornos y liso, aunque aprecia su buena construcción de fábrica de sillería de labra y, según la opinión generalizada, de sobrio estilo herreriano, aunque en este punto el peregrino vuelve a Gómez Moreno que opinaba que no había ningún rastro que la pudiera identificar con la arquitectura del constructor del Escorial.
En su vuelta al edificio el caserío que rodea a la iglesia no permite al peregrino contemplar con toda la perspectiva que hubiera deseado su cabecera, contentándose con levantar la mirada hacia los robustos contrafuertes que sobre un zócalo en talud configuran su ábside pentagonal. Las portadas, decoradas con elementos clásicos, no le llaman mucho la atención ya que considera que son portadas, desde su punto de vista, un poco pobres, aunque reconoce que están a tono con la sobriedad exterior del templo.
El peregrino se detiene ante lo que ha sido su guía durante buena parte del camino, la monumental torre de planta cuadrada de tres cuerpos, campanario y rematada por una veleta, torre que, por su solidez y altura, le recuerdan las atalayas que en tiempos de la Reconquista servían de torres vigías y que, indudablemente, debían proliferar por estas tierras de paso hacia el norte. Para el peregrino toda iglesia que se precie debe de tener un reloj en su torre y mucho mejor si funciona, como es el caso de este reloj situado frente a la plaza y sobre la imposta del tercer cuerpo de la torre y al que al peregrino le informan que es el segundo que tuvo la iglesia y que es de gran precisión.
Al peregrino le parece bien que la iglesia esté bajo la advocación de Santiago y le gusta que una imagen de Santiago Peregrino, al que le falta el bordón, sobre un pedestal con una venera figure en la puerta central del templo, imagen que, por lo que puede leer en la inscripción del pedestal bien pudiera ser una donación en el año 1659, aunque algunos autores opinan que pudo ser la fecha de finalización de la iglesia. Al peregrino le parece interesante y significativo que por estas tierras y por estas fechas se identificase a Santiago como peregrino, lo que podría indicar que el paso de peregrinos por esta localidad camino Compostela sería lo suficientemente importante como que para una imagen de Santiago peregrino presidiera una de las portadas del primer templo de la villa.
Cuando el peregrino accede al interior por la puerta que preside ese Santiago Peregrino, bajo un gran arco escarzano que sustenta la tribuna en donde está situado el coro, se encuentra con una planta de las denominadas se salón, con tres grandes naves separadas por arcos fajones de medio punto sostenidos por formidables columnas toscanas.
La primera vista impresiona al peregrino por la magnitud de la iglesia que le ofrece, de golpe, la visión de todo el templo, aunque sus gustos vayan más por esas iglesias que tiene que ir descubriendo poco a poco, en las que en cada recodo se encuentra con una capilla o con un sepulcro. No obstante, el peregrino tiene la oportunidad de asomarse a una capilla situada a su izquierda en la que, aunque se encuentra cerrada, puede observar la pila bautismal que según le dicen tiene labrados motivos jacobeos como una venera, un bordón y la Cruz de Santiago, así como una imagen de Santiago Matamoros del siglo XVI que se saca en procesión el 25 de julio. La capilla que se encuentra bajo la torre está cerrada a cal y canto, pero el peregrino deduce que debe de ser la subida al coro que, por otra parte, le hubiera gustado subir.
Situado frente al retablo de tipología barroca del siglo XVII que cubre totalmente la cabecera, el peregrino se fija en la talla de madera policromada de Santiago Matamoros en el segundo cuerpo de la calle central del retablo, una imagen un poco infantil para el gusto del peregrino que hubiera preferido que otra tipología de Santiago presidiera el retablo del altar mayor, aunque queda satisfecho cuando tiene la oportunidad de ver un relieve de Santiago Peregrino con los característicos atributos jacobeos sobre la puerta de entrada a la Sacristía.
El Peregrino abandona esta magnífica iglesia en busca de un merecido descanso tras esta primera e intensa etapa en la provincia de Ávila en su camino hacia Santiago de Compostela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario