lunes, 17 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (CEBREROS VIII)


Camino y transición (y 2)
El museo está dirigido a todo tipo de público, pero haciéndolo con especial empeño entre los más jóvenes para que conozcan este período de la Historia de España, y en los mayores para que lo recuerden y no lo olviden


El peregrino tiene que esperar a que las puertas del museo se abran para poder realizar su visita y entretanto se pasea plácidamente por el acogedor recinto entreteniéndose en leer en el suelo del patio varios artículos de la Carta Magna, recinto que entre pinos y olivos muestra los bustos de los siete padres de la Constitución realizados por el escultor Santiago de Santiago, nombre que para un peregrino del Camino de Santiago no deja de resultarle evocador.
Ensimismado en su lectura, el peregrino recibe el saludo de Cristina, la gerente del museo, que, viendo el interés de un peregrino que ha hecho un alto en su camino para visitar el museo, se ofrece amablemente para acompañarle durante su visita, ya que no esperan visitantes hasta más avanzada la mañana. El peregrino se siente un privilegiado y acepta encantado el ofrecimiento de esta amable anfitriona que, sin duda, será el mejor cicerone que pudiera encontrar.

Aparte de un busto de Adolfo Suárez, un Seat 600 recibe al peregrino una vez que entra en el recinto museístico, un vehículo que simboliza el desarrollismo de una época que para el peregrino fue el germen de uno de los períodos más trascendentales en la reciente Historia de España como fue la Transición.
El peregrino, de la mano de Cristina, accede al piso superior en donde tiene la oportunidad de ver una panorámica de la antigua iglesia con sus arcadas que delimitan perfectamente las tres naves de que constaba la iglesia. Al peregrino le gusta y le parece bien que la rehabilitación del edificio haya conservado la vieja estructura y los visitantes que acudan al museo tengan, como tiene el peregrino, una diáfana visión de lo que fue la antigua iglesia de Santiago en Cebreros.
A través de cinco bloques temáticos que desarrollan cronológicamente la exposición, el peregrino irá viendo por medio de audiovisuales y paneles informativos acontecimientos que le trasladarán, paso a paso, por la historia del siglo XX hasta la muerte de Franco, la proclamación del Rey y las primeras elecciones, la promulgación de la Constitución, las primeras elecciones constitucionales y la consolidación del proceso democrático, siempre con la figura de Adolfo Suárez como eje vertebrador de este proceso histórico.
Una vez iniciada la visita, el peregrino tiene la sensación de que se ha introducido en un túnel del tiempo en donde las imágenes y los recuerdos le transportan a una época que el peregrino, por edad y compromiso, vivió intensa y apasionadamente.
Los recuerdos del peregrino se agolpan cuando se introduce en unas cabinas en donde tiene la oportunidad de escuchar canciones emblemáticas de la Transición como «Libertad sin ira», de Jarcha, «Habla pueblo, habla», de Vino Tinto o la inolvidable voz de Cecilia con sus reivindicativas canciones, así como la muestra de originales y facsímiles de periódicos y revistas que el peregrino recuerda como un rito tanto por su compra como por su lectura, revistas que aún conserva algunas y de las que no tiene intención de desprenderse.
Al peregrino no le pasan desapercibidas fotos de acontecimientos claves que el tiempo no han borrado de su memoria, acontecimientos como manifestaciones, mítines o celebraciones que inevitablemente le retrotraen a unos tiempos que el peregrino no quiere decir que fueran mejores, simplemente opina que fueron los que le tocaron vivir y de los que, de cierta forma, se siente protagonista.
Pero el museo también le muestra al peregrino algunas curiosidades como reproducciones de escaños junto con algún original de la época, le muestra urnas y cabinas de votaciones empleadas en distintas elecciones, o le da la oportunidad de ver una reproducción del Toisón de Oro que el Rey le entregó en julio del 2008 a Adolfo Suárez en la intimidad de su domicilio y cuya foto paseando los dos por los jardines fue de las más entrañables que el peregrino recuerda.
Antes de pasar al último bloque dedicado a Suárez, el hombre, el peregrino se detiene ante un ejemplar manuscrito de la Constitución de 1978 con la firma de todos los Diputados Constitucionales, ejemplar que está junto con la de 1812, «La Pepa», un principio y un final de un proceso que, con sus luces y sombras, el peregrino se congratula de que llegara a buen puerto.
El museo está dirigido a todo tipo de público, le dice Cristina al peregrino, pero haciéndolo con especial empeño entre los más jóvenes para que conozcan este período de la Historia de España, y en los mayores para que lo recuerden y no lo olviden.
Al peregrino le hubiera gustado tener más tiempo para disfrutar de lo mucho que el museo le puede enseñar, pero ha de continuar su camino, no sin antes dar las gracias y prometer a la amable y excepcional anfitriona que volverá y, seguramente, no lo hará solo.

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