martes, 18 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (EL TIEMBLO)


La opción de El Tiemblo

El peregrino, que ha entrado en tierras abulenses por Los Toros de Guisando y que ha caminado hasta Cebreros, sabe que desde ese punto este Camino del Levante Sureste le ofrece una variante que por carretera le llevará hasta la ciudad de Ávila pasando por El Tiemblo y El Barraco y, tras subir el Puerto de la Paramera, el Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles, desde donde se divisa ya la capital abulense. El peregrino sabe que esta alternativa es utilizada principalmente por los peregrinos que realizan el Camino en bicicleta o por aquellos que, por un motivo u otro, decidan pasar por esos parajes y visitar esas localidades, aunque le consta que la mayoría de los caminantes huye de la carretera en busca de trochas y veredas, que para el peregrino son la esencia del Camino.
Al llegar el peregrino ciclista a los Toros de Guisando, en donde a pocos metros estuvo ubicada la llamada Venta Juradera, una cerámica le indica por medio de la flecha amarilla la dirección hacia el Tiemblo, camino que, tras una breve parada en el recinto que alberga las cuatro figuras vetonas, toma para continuar su pedaleada peregrinación.

Desde su entrada en la provincia de Ávila el peregrino ha pedaleado por tierras de vetones como atestiguan los cuatro toros o verracos que acaba de dejar, tierras en las que también romanos y árabes dejaron su huella como atestiguan los restos de calzadas romanas así como restos de acequias y una amplia toponimia como Alberche, que es el valle por el que el peregrino está transitando.
Como al peregrino no le gusta pasar por alto los pueblos por donde la carretera o el camino le llevan, realizar una parada en El Tiemblo es obligatoria, primero para tomar un merecido y reconfortante refrigerio y posteriormente visitar lo más ampliamente po-sible la localidad.
Una vez en las calles de El Tiemblo, el peregrino hace una parada en la calle de la Iglesia, parada que le invita a realizar un rótulo que le señala una cervecería denominada El Rincón del Francés, nombre sugestivo para un peregrino del Camino de Santiago. Como desde esta calle se puede ver la torre de la iglesia parroquial y la Plaza en donde está ubicado el Ayuntamiento, el peregrino decide acercarse hasta la iglesia para visitarla y posteriormente tomarse ese tentempié que le ayudará a llevar mejor el resto de la jornada.
La iglesia que está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, que según el cartel exterior es del siglo XVI, le parece al peregrino una iglesia grande con una gran torre decorada en sus ventanas e impostas con las típicas bolas isabelinas que serán una constante en la arquitectura, sobre todo eclesiástica, del Camino del Levante-Sureste en la provincia de Ávila, decoración que no puede ver en el resto del edificio, lo que le indica periodos constructivos diferentes. Exteriormente, el peregrino observa una cabecera más alta que el cuerpo de la iglesia con los arranques de unas inexistentes naves que, según le cuentan, no pudieron resistir los bombardeos durante la Guerra Civil, construyéndose posteriormente el resto de la iglesia. En el interior, el peregrino confirma su percepción exterior, una gran cabecera con bóveda estrellada acoge el retablo de la Asunción, retablo que al peregrino le parece un poco desproporcionado con la altura del ábside central, así como una cubierta de madera que sustituiría a las bóvedas de crucería que cubrirían las tres naves de este templo.
Una vez visitada la iglesia el peregrino entra en ese Rincón del Francés que le parece un establecimiento muy acogedor con una amplia oferta gastronómica en donde es amablemente atendido por Jose y Natalia, «Rubia», como dicen que le llaman, que le infor-ma que por allí pasan bastantes peregrinos que se dirigen hacia Santiago y que han decidido hacer una parada en esta localidad.
Reconfortado por las suculentas tapas, el peregrino se dirige hacia la Plaza de España en donde en la única parte porticada está ubicado el Ayuntamiento, un edificio neoclásico del siglo XVIII en donde, bajo el escudo de la ciudad, un letrero indica que «Reinando Carlos III se hizo esta obra a costa de los propios de esta villa. Año 1778». Los árboles y la fuente de tres cuerpos sobre leones y rematados por un angelito hace que la plaza le parezca al peregrino muy acogedora y disfrute de unos placenteros momentos al toque de las horas que da la campana situada sobre el reloj del Ayuntamiento.
Interesado por la acogida que puedan tener los peregrinos, en el Ayuntamiento le informan que la Junta de Castilla y León ha destinado 50.000 euros para la rehabilitación de la casa del juez, una céntrica vivienda de propiedad municipal usada por la asocia-ción de cazadores, para que sirva como albergue de peregrinos, obras de acondicionamiento que ya han comenzado y que contará con tres habitaciones a las que se les incorporarán literas para que acojan a una decena de peregrinos. El peregrino se congratula de que los ayuntamientos se vayan involucrando en la creación de infraestructuras que acojan a los peregrinos del Camino de Santiago, verdadero cauce de desarrollo rural y turístico de las zonas por donde trascurre.
Antes de continuar su camino, el peregrino realiza una visita a los Hornos de las Tinajas, una construcción de adobe y piedra situada en el casco antiguo que acoge a esos hornos que surgieron en el siglo XIX como consecuencia de la gran demanda de tinajas que se exportaban principalmente a localidades manchegas como Toledo y Ciudad Real. Pedaleando por la calle Benedictinas el peregrino se topa con la ermita de San Antonio, patrón de El Tiemblo, lugar que elige para realizar una parada más pausada.

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