martes, 17 de enero de 2017

El albergue de Ávila es el mejor del camino del sureste»

PUBLICADO EN EL DIARIO DE ÁVILA  EN 2012
Marta Martín Gil - domingo, 5 de febrero de 2012
Mauro Sánchez recorre España desde El Berro (Murcia) hasta Santiago de Compostela. Lo hace como peregrino a lomos de su bicicleta, junto a la que llegó estos días al albergue de la capital abulense


SÓLO aquellos que alguna vez han recorrido el Camino de Santiago como peregrinos saben de verdad lo que se agradece encontrar al finalizar el día un rincón en el que descansar el alma y el cuerpo. Los albergues que salpican la ruta considerada Patrimonio de la Humanidad les reciben con los brazos abiertos, ofreciéndoles el calor y el descanso que se precisa en esos momentos.
Y Mauro Sánchez encontró hace unos días ese calor en el albergue que la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Ávila gestiona en la capital. «Es el mejor albergue del Camino del Sureste, y no lo digo porque esté hablando con vosotros», asegura con sencillez este joven asturiano afincado en El Berro, un pequeño pueblo de Murcia, desde donde partió hace un par de semanas con destino Santiago de Compostela.
Es probable que cuanto esté usted leyendo estas líneas Mauro esté entrando en la plaza del Obradoiro. En sus piernas llevará entonces cientos de kilómetros pedaleados sobre su bicicleta y un objetivo claro: pedirle al Apóstol un trabajo, porque Mauro es, por desgracia, uno de los cinco millones de parados que hay en el país.
«Quería hacer el Camino por vivir la experiencia, como búsqueda interior», comienza a explicarnos sus motivos, «pero también quiero pedirle un trabajo al Apóstol».
Así que con estas dos premisas claras, este joven capataz forestal comenzó a preparar un viaje que no quiso que se prolongara demasiado en el tiempo (por eso se decantó por recorrerlo en bicicleta) y que le ha llevado a recorrer pedalada tras pedalada el Camino del Sureste para, después, "saltar" hacia el Camino del Norte.
Cuenta Mauro que está teniendo mucha suerte con el tiempo. De hecho sólo ha tenido un día de nieve que, además, logró sortear gracias a sus consultas constantes de las predicciones meteorológicas. «Organizo mis jornadas en función de esos parámetros», explica. Así logró "escapar" de la última nevada en la Sierra de Ávila, y sorteó también la lluvia que podría haberle sorprendido en la etapa que le llevó a Avilés, precisamente su localidad natal.
De su paso por la provincia de Ávila, Mauro se lleva muy buen sabor de boca. En primer lugar, por la excelente señalización que ha encontrado en todo momento. «Y eso que no he "pisado" mucho camino como tal», reconoce con sinceridad, «porque al estar los caminos muy embarrados y pesar mucho la bici, no resulta fácil. He ido más por carreteras secundarias». Pero aún así, en esas vías encontraba indicaciones que le han facilitado sus desplazamientos, sobre todo en Ávila y Toledo.
Y el segundo aspecto más que positivo de sus días en Ávila lo sitúa en el albergue de la capital. «Creo que es uno de los mejores del Camino», considera, y lo describe como «muy confortable». Además, reconoce, se siente un «privilegiado» por haber podido pasar la noche solo, algo a lo que contribuye, lógicamente, haber realizado el Camino en el mes de enero. Aunque, eso sí, podría haber coincidido con alguno de los cinco peregrinos que antes que él habían pernoctado en el albergue en los primeros días del año, tal y como nos confirma la presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Ávila, Raquel Martín.
«¡Y el albergue está en un sitio precioso!», continúa Mauro enumerando bondades del mismo. Desde allí, desde las inmediaciones del puente Adaja, y una vez repuestas las fuerzas, nuestro peregrino salió para hacer algunas compras para, después, regresar a organizar la ruta del día siguiente.
Antes de despedirse de nosotros, Mauro aprovecha para alabar la gestión llevada a cabo por las asociaciones de amigos del Camino. «Ellos son los que realmente hacen el Camino, hacen una labor encomiable», recalca, y pone como ejemplo cómo no dudan en desplazarse para facilitarte la llave del albergue, sea la hora que sea o haga el tiempo que haga. «Además te ofrecen un sitio calentito, donde poder secar la ropa...», cuenta. «Y si en verano tiene que ser todo un lujo poder encontrar un sitio así, no os cuento lo que supone en invierno...», se despide de nosotros.

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