martes, 18 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (SAN BARTOLOME DE PINARES)


La senda de los invasores
El Puerto de Arrebatacapas es frecuentemente citado como paso de las tropas musulmanas en su conquista de España. En esta segunda etapa, el peregrino se funde con un paisaje de altura y espectaculares vistas


El peregrino retoma su camino en Cebreros para realizar la segunda etapa de este Camino de Levante Sureste en la provincia de Ávila, camino que le llevará hasta San Bartolomé de Pinares tras subir el primero de los dos puertos que se encontrará antes de llegar a la ciudad de Ávila, el Puerto de Arrebatacapas.

El peregrino, que ha caminado entre viñas y olivos por el Valle del Alberche, va a pasar a otra zona más elevada, la Tierra de Pinares que, aunque pertenezca a la misma zona climática, le ofrecerá un paisaje completamente distinto en donde, junto a pastizales, arbustos y pinares serán sus acompañantes durante toda la etapa.
La subida comienza pronto, prácticamente a la salida de Cebreros, subida que, como tantas otras, el peregrino se la toma con calma, pues sabe por experiencia que realizar innecesarios esfuerzos le fatigan y le exponen a inesperadas lesiones. Así, caminado durante unos dos kilómetros y medio por más o menos pendientes trochas que muchas veces le permiten divisar la serpenteante carretera que sube al puerto, el peregrino llega, tras el consiguiente esfuerzo, hasta un cartel que le indica Puerto de Arrebatacapas 1.068 metros de altitud, nombre que no puede ser más sugerente para el peregrino debido al fuerte viento que por allí suele soplar, aunque en esta ocasión goce de un espléndido día.
En este punto el peregrino hace un alto para beber un poco de agua en una fuente en donde puede leer Arrebatacapas, año MMIII, y recrearse ante las magníficas vistas que el paisaje le ofrece, quedando Cebreros a sus pies y una sucesión de montañas al este, montañas que partiendo del Cerro de Guisando finalizan en las estribaciones de la Sierra de Gredos.
Un poste con varias señales indican al peregrino que se encuentra en un punto de intersección de grandes y pequeños recorridos con sus características señales blancas, rojas y amarillas, señales a las que se les se ha unido esa flecha amarilla que conduce a los peregrinos hacia Santiago de Compostela.
El peregrino recuerda como el Puerto de Arrebatacapas es frecuentemente citado como paso de las tropas musulmanas en su conquista de España o como lugar elegido para levantar esas atalayas que les prevendrían de la presencia enemiga. El alto de Arrebatacapas es citado por el historiador medievalista Manuel Riu Riu en su «España Islámica» como paso de las tropas musulmanas que remontando el río Alberche se dirigían hacia Segovia, o las nuevas campañas entre los años 713 y 714 de León a Toledo por el alto de Arrebatacapas como señala Claudio Sánchez Albornoz en «España Musulmana».
Al peregrino le gustaría aclarar una cita de Andrea Navagero referente al Puerto de Arrebatacapas que frecuentemente ha encontrado en guías y folletos del Camino Levante-Sureste. Andrea Navagero, escritor y diplomático italiano, que estuvo en España entre 1524 y 1528 como embajador de la República de Venencia ante Carlos V, en su libro «Viaje por España» se puede leer «Una buena parte de este camino es por montes muy ásperos y se pasa por el puerto de Arrebatacapas». El camino y el puerto al que se refiere Navagero no es el camino que está realizando el peregrino ni es el puerto que aca-ba de ascender, se trata del Puerto de Arrebatacapas situado en el camino de Toledo a Guadalupe y que en 1525 recorrió Navagero. Asimismo Villuga detalla las ventas que están al pie del Puerto de Arrebatacapas en el Camino de Guadalupe. Realizada esta puntualización, el peregrino, tras este breve paréntesis, continúa su caminar hacia San Bartolomé de Pinares.
Durante un buen trecho el peregrino continúa subiendo entre una tupida vegetación que, por momentos, le recuerda otros paisajes del norte de España, subida que finaliza en una amplia pradera en donde las flechas amarillas coinciden con un sendero marcado con lajas y que el peregrino deduce que es una ruta marcada para los moteros que tanto proliferan por esta zona.
Es en esta pradera donde el peregrino ve algún que otro esqueleto de caballerías que han sido pasto de esos buitres negros que, junto a la cigüeña negra y al águila imperial, han encontrado refugio y protección en esta zona boscosa de pinares resultante de la paulatina desaparición de la tierra de pastos.
El peregrino sale a la carretera AV-503 por el Arroyo de la Pizarra y las flechas amarillas le llevan a seguir el camino por la carretera hasta un cruce en donde un pequeño monolito indica, con letras muy desgastadas y que apenas se pueden leer, que a San Bartolomé de Pinares hay cinco kilómetros y diez a La Cañada, dirección esta última que, siguiendo la flecha amarilla, toma el peregrino para un poco más adelante coger un camino que le conducirá hasta San Bartolomé de Pinares.

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