martes, 18 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (EL BARRACO II)


La estela de la tradición
Las coplas populares en forma de jota barranquera, la romería de San Marcos y su ‘rey de los charcos’ o los festejos patronales en honor al Cristo de Gracia reviven cada año en El Barraco tradiciones y costumbres centenarias


El peregrino se dispone a escuchar algunas de las costumbres y tradiciones que aún se conservan en El Barraco y que dan lugar a celebraciones y fiestas en las que participan, prácticamente, todo el pueblo.
Las Candelas o Fiestas de los Quintos es una de las fiestas más tradicionales y con mayor arraigo, le dicen al peregrino, pues se remontan al año 1870. Es una fiesta que históricamente celebraban los mozos como despedida antes de incorporarse al servicio militar, pero que se sigue conmemorando en la actualidad aunque haya desaparecido el servicio obligatorio.

La fiesta se celebra el primer domingo siguiente al 2 de febrero, siendo lo más característico de esta tradición las coplas compuestas por poetas populares, en forma de jota barranquera, que los mozos cantan a la Virgen de la Piedad a las puertas de su ermita, así como a los Mayordomos, mozos que van ataviados con su indumentaria característica, capa negra y sombrero de paño también negro, colgando en la capa una medalla y un trozo del manto de la Virgen en forma de lazo y una escarapela con cintas de colores en el sombrero, cintas dedicadas por sus mozas favoritas, según le aclaran al peregrino.
Muchas de estas coplas se han perdido, le comentan al peregrino, pero otras perduran en la memoria del pueblo y las ha recogido José Antonio Somoza en su libro «El Barraco: usos y costumbres».
Otra de las tradiciones que cuentan al peregrino es la romería de San Marcos que se celebra desde antiguo cuando la víspera de la festividad del Santo, 24 de abril, los mayordomos y los niños iban a la ermita, situada unos dos kilómetros del pueblo, meren-aban y traían a San Marcos en sus andas hasta la iglesia parroquial.
Antiguamente la romería se celebraba el día 26, el día siguiente a la festividad de San Marcos, le aclaran al peregrino, pero actualmente se celebra el domingo siguiente al 25 de abril, salvo que este sea festivo.
La jornada comienza con el traslado del santo, al que popularmente se le conoce como «rey de los charcos» en procesión desde la iglesia parroquial a su ermita para celebrar los actos litúrgicos en su honor.
Como al peregrino le gustan este tipo de tradiciones en los que el pueblo se vuelca en la romería a la ermita de su patrón, escucha con agrado como se celebraba antiguamente esta romería a la ermita de San Marcos, como todos acompañaban al santo andando o montando sus caballerías, llevando las viandas en cestos de mimbre, aguaderas o serones para celebrar un día de fiesta en la explanada de la ermita, compartiendo tortillas y chuletas que se asaban sobre los sarmientos recogidos de las viñas que se habían podado ese año, tomando ese vino de la tierra o la fresca sangría elaborada en las casas, siempre al son de la gaita y el tambor, cantando o bailando la jota, todo ello en un alegre y festi-vo día de campo.
Actualmente se sigue celebrando la romería prácticamente con las mismas costumbres, le comentan al peregrino, auque muchas se vayan perdiendo con el tiempo y con la llegada de nuevas modas.
Al peregrino le dicen que la primitiva ermita era de forma cuadrada con porche, muy pequeña y muy antigua, existiendo dos piedras de gran tamaño, una encima de la otra, donde se colocaba al santo el día de la romería. La actual, de mayor tamaño, fue construida en 1959 como consecuencia del derribo, por mal estado, de la primitiva.
Las fiestas en honor del Santísimo Cristo de Gracia que se celebran en septiembre son el acontecimiento religioso y social más importante del año, según le comentan al peregrino, que tuvo la oportunidad de ver la imagen del Cristo en su visita a la iglesia parroquial, imagen que le pareció de buena factura y bella anatomía.
Las fiestas comienzan en la madrugada del día 14, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, cuando se tocan las «alboreadas», repique continuo de las campanas de la torre de la iglesia por parte de los jóvenes del pueblo, celebrándose misa solemne y procesión por las calles de la localidad, donde el bullicio se mezcla con el incesante repicar de campanas, el estruendo de los cohetes y los acordes de la banda de música que acompaña al cortejo procesional.
Son cuatro días de fiesta llenas de fervor y entusiasmo popular, con gran variedad de actividades lúdicas para gentes de todas las edades.
Interesado el peregrino por los orígenes de esta fiesta y devoción por el Cristo de Gracia, le apuntan que estas fiestas probablemente comenzarían a celebrarse a finales del siglo XVIII cuando se ofrecía indulgencia plenaria a quienes visitaban y rezaban ante el altar del Santísimo Cristo que fue denominado por los barraqueños como nuestro «Cristo Bendito» por la cantidad de limosnas que recibía.
Estas son algunas de las fiestas y tradiciones que se siguen en El Barraco según le comenta al peregrino José Luis Somoza, su amable anfitrión, que continúa diciéndole que hay muchas más, algunas se han perdido y otras se mantienen, destacándole el rico acervo musical formado por una gran variedad de ritmos y estructuras musicales que se han mantenido durante siglos transmitidos de generación en generación y de boca a boca, que han dado lugar a variadas composiciones musicales en función de a quien estuvieran dedicadas, canciones de siega y labranza, de bodas, infantiles, cantos de Semana Santa, rogativas al Cristo de Gracia, villancicos navideños, coplas de los quintos, como ejemplos del rico folklore de este pueblo que se encuentra en la ruta del Camino del Levante-Sureste que conduce a Santiago de Compostela.
El peregrino abandona el Barraco agradecido por la hospitalidad recibida y con la sensación de que su mochila pesa un poco más, que va un poco más llena de costumbres y tradiciones.

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