sábado, 22 de enero de 2011

A SANTIAGO POR ÁVILA (EL BOHODÓN - TÍÑOSILLOS)


A LA VISTA DE AREVALO
El Bohodón podría ser un topónimo prerromano relacionado con la presencia del agua y la actividad de los molinos. Tiñosillos, otro hito en este camino hacia Arévalo, es un pueblo de nueva planta, en el corazón de la ‘tierra de pinares’.

El camino se le está haciendo corto al peregrino pues poco tiempo después de dejar Villanueva de Gómez ya está en El Bohodón, uno de los pueblos que en 1250 aparecen en los archivos de la Catedral de Ávila recogidos en la «Consignación de rentas ordenadas por el Cardenal Gil Torres a la iglesia y Obispado de Ávila», documento que ha servido a los historiadores para estudiar diversos aspectos sobre las poblaciones relacionadas en él. Aunque el pago de diezmos a la jerarquía diocesana que aparecen en los repartos es una pista para hacerse una idea de la densidad poblacional, en algunas ocasiones es difícil individualizar los núcleos de población al figurar las tercias en conjunto de los lugares episcopales, como es el caso de El Bohodón que aparece junto a varios pueblos del Valle del Corneja, cosa que al peregrino no le deja de extrañar, ascendiendo el conjunto de las tercias a 225 maravedís.

Cuando el peregrino se interesa por el origen del nombre de El Bohodón se encuentra con diversas versiones, como la de Bodón, palabra de origen latino, lugar donde abunda la enea, planta cuyas hojas sirven para hacer asientos de sillas. Pero Bodón es también a donde remite Julián Aydillo en su «Diccionario etimológico, pueblos y apellidos de España», como cerca del molino, origen que al peregrino le parece más acertado ya que la mayoría de los topónimos con raíces prerromanas, como parece ser el caso de El Bohodón, hacen referencia al agua, a las plantas y a los molinos y piedras de moler.
Que el peregrino se está adentrado en tierras del Mudéjar lo comprueba cuando el camino le lleva ante la iglesia parroquial de El Bohodón, antes llamada de Santa María la Mayor del Castillo y actualmente de Nuestra Señora de la Asunción, en la que quiere ver la mano islamita en las deterioradas e irregulares arcadas ciegas del presbiterio y las incompletas líneas de impostas de ladrillo, que posiblemente fueran semejantes a las de otras iglesias de la zona y que contrastan con la pulcritud de la portada principal también de ladrillo, pero claramente posterior.
Como peregrino ha tenido la suerte de encontrar la iglesia abierta, ha podido ver una iglesia mudéjar en su exterior pero barroca en su interior, ya que está reconstruida y decorada en el siglo XVIII con diversos retablos en la capilla mayor y en la naves laterales, estando en uno de ellos la primitiva imagen de la Virgen de la Asunción que actualmente se saca el día de fiesta, el 15 de agosto, en procesión sobre una andas que se hicieron en Vadillo de la Sierra en 1711.
El peregrino está convencido que si se picasen las encaladas columnas de sus naves aparecería ese ladrillo mudéjar que daría al interior del templo un aspecto menos frío y aséptico que, para su gusto, actualmente tiene.
Cuando el peregrino tiene la oportunidad de ver un mapa de Castilla la Vieja de 1838 en el que aparece el Bohodón, sin hache intercalada, no puede evitar retrotraerse a sus tiempos de estudiantes en que Castilla la Vieja era una de las regiones de España formada por seis provincias, en las que estaban incluidas Santander y Logroño.
Con sus recuerdos de estudiante el peregrino continúa su camino hacia Tiñosillos, último pueblo que encontrará antes de llegar a Arévalo, donde dará por finalizada esta etapa del Camino del Levante-Sureste.
El peregrino entra en Tiñosillos por la carretera que atraviesa la localidad en torno a la cual ha ido surgiendo este pueblo de nueva planta, como otros pueblos surgieron a la vera del Camino de Santiago, solo que en este caso la falta de información sobre los orígenes de Tiñosillos hace que se tenga que elucubrar sobre las fechas de su fundación, remitiéndose el peregrino a Sánchez Albornoz que, junto a otros pueblos de la Moraña, cita Tiñosillos como nacido con la repoblación de los siglos XII y XIII, aunque no se tengan noticias sobre el origen de su nombre, aunque probablemente proviniera de la palabra latina «tinea» que significa una especie de parásito que se propagó entre sus habitantes causándoles la enfermedad de la tiña, quedándose su nombre de forma peyorativa. Pero al peregrino le llegan otras versiones sobre el pueblo como la que cuenta que los habitantes de otro pueblo llamado Bodoncillo, debido a una plaga de hormigas que se comían a los habitantes, las casas y las cosechas, tuvieron que trasladarse a otro lugar que se le llamó Dichosillos y que terminó llamándose Tiñosillos.
En el Ayuntamiento le informan al peregrino que los documentos más antiguos que están en su archivo son de 1526, aunque se trata de una trascripción posterior, cuando el ayuntamiento de Tiñosillos entabla un pleito con los de Arévalo y Nava de Arévalo sobre el aprovechamiento de pastos en los pinares que les circundan, litigio que al parecer ganó el pueblo por el que está pasando el peregrino.
Al tratarse de un pueblo de estética nueva como en algún sitio ha leído el peregrino, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario no tiene la antigüedad que otras parroquias de sus alrededores, siendo su construcción bastante reciente con el ladrillo como único material prácticamente utilizado en la espadaña, en el cuerpo central con sus con-trafuertes y en el ábside, todo ello sin ninguna decoración, distinguiendo en su fábrica distintas tonalidades del rojizo ladrillo, posiblemente de distintos momentos constructi-vos, destacando el empleado en el moderno pórtico que le parece que es el mismo utili-zado en el esquinero Ayuntamiento que al peregrino le parece que forma un conjunto bastante armonioso con la iglesia, aunque no le guste que los contenedores de basura y reciclaje estén colocados junto al ábside, causando, desde su punto de vista, un feo efecto visual.
Una hermosa pieza de cerámica le indica al peregrino de que se encuentra en una localidad donde la alfarería es una rama industrial muy arraigada ya que aparece documentada en el siglo XVIII como una importante actividad económica local, dando fe el peregrino de que, en ferias de cerámica que ha tenido la oportunidad de visitar, la de Tiñosillos sobresalía por su variedad y calidad.
Un frondoso pinar espera al peregrino en su camino hacia Arévalo.

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