sábado, 22 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (HERNANSANCHO)


POR LAS SENDAS DEL LADRILLO
Al igual que Gotarrendura, Hernansancho tiene su origen en la Repoblación y su referencia al antropónimo Sancho encuentra múltiples referencias en el resto del Norte. Las ruinas de la antigua iglesia de Villanueva de Gómez, otro hito del camino


El peregrino deja atrás Gotarrendura para iniciar una nueva etapa que le llevará hasta Arévalo y lo hará según sus guías primeramente por caminos articulados por pequeños pueblos para realizar los últimos 12 kilómetros sin ningún tipo de servicios.
Así, cuando apenas lleva caminando 4 kilómetros, el peregrino se encuentra con Hernansancho, pueblo que, como en Gotarrendura, el ladrillo es el material predominante tanto en las viviendas como es su iglesia parroquial dedicada a San Martín, iglesia que le parece de buena albañilería, sin apenas decoración, con una esbelta espadaña de mampostería rematada también de ladrillo.
Intentando leer las apenas legibles inscripciones de la gran basa que soporta la cruz de granito situada en el atrio de la iglesia, basa que ha sido preciso reforzarla debido a su agrietamiento, el peregrino piensa que no sería mala idea, al igual que en otros sitios, transcribir las inscripciones y ponerlas en un letrero, lo que sin duda daría un valor añadido al monumento.
De esta iglesia de Hernansancho al peregrino le llama la atención una pequeña puerta adovelada de sillería con arco de medio punto decorado con las típicas perlas abulenses, elemento que le parece extraño para este tipo de iglesias enclavadas en esta zona de la Moraña.

Siguiendo su camino el peregrino pasa junto la ermita del Cristo de San Martín que se encuentra cerrada, por lo que no puede ver la imagen del Cristo vestido que, según le ha informado, se lleva en procesión el sábado del último fin de semana de septiembre a la iglesia de San Martín, devolviéndola a la ermita el lunes siguiente, día grande de las fiestas, celebrándose una subasta de productos que las gentes del pueblo ofrece gratuitamente, costumbre muy arraigada en diversas fiestas y romerías que el peregrino ha tenido la oportunidad de participar.
La ermita le parece de factura similar a la de Las Nieves en Gotarrendura pero con unos potentes contrafuertes de mampostería y ladrillo que le dan un aspecto más imponente. Una inscripción en el dintel de la puerta le indica que esta obra se hizo a expensas de don Francisco Sanz, caballero de honor de la Orden de Santiago, lo que, sin duda, le parece al peregrino muy interesante y significativo.
El peregrino continúa caminando por tierra repobladas, ya que, al igual que Gotarrendura, Hernansancho tiene sus orígenes en la época de la repoblación y también su antropónimo Sancho es de origen vascón, utilizado también por gentes del Alto Aragón, la Rioja y la Castilla Condal, que muy pronto pasó al resto de los estados cristianos convirtiéndose en uno de los nombres más usados en el territorio de la Corona de Castilla.
Pocos kilómetros más adelante el peregrino divisa las ruinas de la antigua iglesia de Villanueva de Gómez, ruinas que no quiere dejar pasar la oportunidad de visitar, ya que siempre le han atraído de una manera especial, sobre todo las góticas, como si de un romántico del siglo XIX se tratara.
Villanueva de Gómez antes de llamarse así sería probablemente una de las poblaciones consolidadas ubicadas en tierras abulenses entre Olmedo y el Sistema Central durante la repoblación, prestándole su sobrenombre Gómez Dávila al serle otorgado el señorío jurisdiccional y económico, haciendo construir un palacio señorial, del que no hay nin-guna constatación arqueológica, y una iglesia bajo la advocación de Santa María la Mayor.
Las ruinas que el peregrino se ha acercado a ver es lo que quedó de esta iglesia tras un incendio sufrido en 1971, la sólida estructura de piedra de granito de la cabecera que se comenzó a construir durante ese tiempo en estilo gótico y lo posteriormente añadido al crucero de aparejo de cantería, desapareciendo el resto del edificio en el que la piedra junto al ladrillo fue sustituyendo a los costosos sillares de granito con que se comenzó la obra, prueba inequívoca para el peregrino de la buena financiación de que gozó este templo en sus comienzos y que, como siempre, se tuvo que ir amoldando a las precarias necesidades económicas de posteriores tiempos.
El peregrino tiene noticias de esta iglesia antes del incendio por una foto publicada en el «Catálogo Monumental de Ávila» de Gómez Moreno, donde se puede apreciar el cimborrio y la espadaña de ladrillo que sustituyó a la torre tras un derrumbe en el siglo XVIII, espadaña que cobijó a las campanas que actualmente el peregrino ha visto en una extraña estructura que quiere ser la torre de la actual iglesia parroquial de ladrillo visto, dedicada a la Virgen de los Dolores y que se construyó después del incendio con la venta de las obras reseñadas por Gómez Moreno según la última edición del catálogo, en el que también hay una foto de una portada lateral con los escudos de los Dávila y del Obispo Carrillo, portada y escudos que aún se conservan y que el peregrino ha tenido la oportunidad de ver en su breve recorrido alrededor de la iglesia.
El peregrino abandona esta localidad que tuvo una industria textil muy activa por su manufactura de lana y fibras vegetales, lamentando que no quede ningún telar de los muchos que debió haber en su momento.

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