domingo, 23 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (VILLARDEFRADES-SAN PEDRO DE LATARCE)



ADIÓS A VALLADOLID
Las evocaciones de un antiguo hospital de peregrinos cerca de Mota del Marqués y la singladura a través del mítico paisaje de Tierra de Campos y Tierra del Pan jalonan esta etapa por paisajes vallisoletanos próximos ya a los límites con Zamora y León.


De Mota del Marqués no se quiere ir el peregrino sin rastrear los vestigios jacobeos que pudiera haber en esta localidad vallisoletana, y lo va hacer siguiendo la información que se le ha suministrado por medio de Acasse, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Valladolid.
En cuanto a los lugares que pudieran haber tenido una relación con Santiago, el peregrino se entera de que en un despoblado situado a las afueras de Mota que hoy se conoce como Villamor, se llamó Santiago de Villamor y hubo en él una capellanía sin cura, situado junto a un camino que seguramente fuera utilizado por los peregrinos.

Para el peregrino la existencia de hospitales es un buen indicio de que esos establecimientos también servirían, además de amparar a pobres y enfermos, para proteger y albergar a los peregrinos jacobeos.
Una prueba la encuentra en la obra Los pueblos de la provincia de Valladolid, que Juan Ortega Rubio publicó en 1895, donde se puede leer «El principal objeto de sus fundadores fue proteger y amparar a los peregrinos que iban a visitar el cuerpo del apóstol Santiago» refiriéndose a una ermita que queda como recuerdo de la existencia de los Caballeros Teutones u Hospitalarios en la villa de la Mota del Marqués, a los que en 1222 Beatriz de Suabia, esposa de Fernando III el Santo, dio el gobierno de la Encomienda de Santa María de los Castellanos, encargándolos del cuidado del hospital de peregrinos.
También el Diccionario geográfico-histórico de Pascual Madoz le da otra pista al peregrino cuando cita la existencia en Mota de «un hospital sin rentas que solo sirve de albergue de peregrinos» al que posiblemente perteneciera el lienzo que representa a la Divina Peregrina Nuestra Señora del Refugio que hoy se conserva en la sacristía de la Iglesia de San Martín.
Al peregrino le parece interesante una estampa que un grupo de peregrinos de Tarrasa dejaron como recuerdo de su paso hacia Santiago de Compostela por la Mota del Marqués en 1948.
Con estos antecedentes jacobeos en su mochila, el peregrino continua su camino hacia Villardefrades, situado entre las comarcas naturales de Tierra de Campos y Tierra del Pan, nombre que parece que procede de «Villa de Frates o Frailes» porque fue habitado por templarios y benedictinos. En Villardefrades se encuentra el peregrino un gran templo inacabado, la iglesia de San Andrés, un notable edificio a caballo entre el barroco y el neoclasicismo que en el pueblo se conoce como La Obra, comenzada a construir a principios del siglo XVIII en piedra de sillería y proyectada la construcción de la nave mayor con bóveda de cañón, por mandato de Fray Andrés González Cano, natural del pueblo y que llegó a ser obispo de Nueva Cáceres en Filipinas, que quería para su lugar de origen un templo digno, templo que, como en tantas otras ocasiones, por falta de fondos no se pudo finalizar, estando, no obstante, considerado como una obra cumbre de la arquitectura vallisoletana del siglo XVIII.
También le cuentan al peregrino que en este pueblo de Villardefrades había dos parroquias, ambas desaparecidas, la de San Pelayo al norte y San Cucufate al sur, hasta que en 1751 se levanta la ermita de la Media Villa, gracias también a Fray Andrés, heredando esta ermita la advocación de las dos desaparecidas y convirtiéndose en la actual parroquia de San Cucufate y San Pelayo.

A la salida de Villardefrades el peregrino se desvía algo del camino para acercarse hasta el espolón de una pequeña meseta para visitar los restos de uno de los tres molinos de viento que antaño existieron, molinos de barro y unas pocas piedras que no pudieron soportar el paso del tiempo, por lo que tan solo puede ver un pequeño trozo de sus paredes cilíndricas, lo poco que aún se sostiene en pie. Efímera vida la de estos y otros molinos convertidos en escombreras, piensa el peregrino, construidos con el único material posible y que tanto aprovecharon la fuerza de los vientos que soplaban sobre esta pe-queña meseta para esa molienda que no se podía sacar de los exiguos arroyos que pasan por la zona.

el último pueblo. San Pedro de Latarce será el último pueblo de la provincia de Valladolid por el que peregrino pase en su camino hacia Santiago de Compostela, y lo hace entrando junto a la ermita de la Virgen de la Bóveda, donde se celebra una romería el 7 de mayo.
San Pedro de Latarce se encuentra en las planicies de la Tierra de Campos a orillas del río Sequillo y su origen parece ser un campamento romano ubicado como puesto fronterizo, aunque su toponimia lleve al término árabe «atarce», que significa límite, y de hecho la localidad se mantuvo durante los siglos XII y XIII en la línea divisoria de los reinos de Castilla y de León.
De San Pedro es el castillo lo que más le llama la atención al peregrino, un formidable castillo, también de origen romano, de clara función defensiva, al que solo le quedan ya sus murallas de barro, arena, cal y canto rodado con refuerzos puntuales de sillares, castillo de 300 metros de muralla, 12 metros de altura y 2,5 metros de grosor, al que se lo imagina con la estructura de madera con pisos intermedios, pasarelas, escalas y torres que completarían la construcción, dándole una una idea de lo que pudo ser este castillo de clara función defensiva que en el siglo XIV pasó de depender de la Orden del Temple y, tras su disolución, a la Orden de San Juan.
El peregrino cree que es muy probable que también hubiera Hospital en San Pedro puesto que en él hubo una encomienda o bailía de caballeros templarios, según recoge Ortega y Rubio en «Los pueblos en la provincia de Valladolid».

No hay comentarios:

Publicar un comentario