viernes, 10 de marzo de 2017

La Peregrina


          
Camino de Santiago,
con grande halago,
mi peregrina la encontré yo;
al mirar su belleza,
con gran presteza,
mi peregrina se hizo al amor.

En la oscura maraña
de una montaña
mi peregrina se me perdió.
Y mi pecho afligido,
preso y herido,
por esos montes suspiros dio.

En los prados y flores
de mis amores,
a los pastores les pregunté
quién vio a una morenita
peregrinita,
que el alma irrita con su desdén.

Por ver si mi desvelo
halla consuelo,
todas sus señas daré también.
Iba la peregrina
con su esclavina,
con su cartera y su bordón;

Lleva zapato blanco,
media de seda,
sombrero fino que es un primor.
Lleva rubio el cabello,
tan largo y bello,
que el alma en ello se me enredó;

En la su fina ceja,
de oro madeja,
su amor y el mío se aprisionó;
sus ojos y pestañas
son dos montañas,
donde dos negros hacen misión.

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