domingo, 23 de enero de 2011

A SANTIAGO POR AVILA (TORDESILLAS)


ENTRE ALAMEDAS Y PINARES
El peregrino se informa de que el origen de la villa de Rueda, una de las paradas obligadas en esta etapa, es romano y que ya es citada en el siglo VIII como escenario de batallas entre Almanzor y los reyes cristianos de Castilla, León y Navarra.

El peregrino, tras callejear por Medina del campo, de pasear por su espléndida y porticada Plaza Mayor o Plaza de la Hispanidad, escenario de las más importantes ferias durante los siglos XV y XVI, de ver su Real Palacio Testamentario, donde murió la Reina Isabel, o la Colegiata de San Antolín, donde se custodia el Pendón de los Reyes Católicos, trata de informarse sobre la existencia de vestigios jacobeos en esta parte del Camino, ya que, a partir de la capital abulense, prácticamente han desaparecido.
Y es en albergue municipal donde el peregrino conoce a miembros de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Valladolid, Acasse, que amablemente se ofrecen a suministrarle toda la información que ellos posean, información basada en los trabajos que Gloria Hernández, profesora de Lengua Castellana y Literatura, ha expuesto en diversos congresos y simposios sobre los Caminos de Santiago.
Así, el peregrino se informa de que en Medina del Campo se tiene noticia ya desde el siglo XII de una antigua iglesia de Santiago, hoy desaparecida y que estaría próxima a la calle de Santa Teresa, o la iglesia noviciado que con el nombre Santiago el Real mandaron construir los jesuitas a mediados del siglo XVI, iglesia que conserva dos ejemplos iconográficos de Santiago Matamoros, iconografía jacobea que, como ya ha apuntado en alguna ocasión, no es de las preferidas del peregrino.
Asimismo la existencia de hospitales erigidos para «albergar a pobres, peregrinos y enfermos» son indicios que pudieran relacionar a estos establecimientos benéficos con el Camino de Santiago, constatándose la existencia en Medina de trece hospitales en el siglo XVI.

El peregrino continúa su camino que, como es llano y no ofrece ninguna dificultad, realiza tranquilo y sin prisas sabiendo que a la mitad del camino encontrará ese sitio donde poder hacer un alto y tomarse ese refrigerio que generalmente se merece.
Así, cuando lleva caminando unos 13 kilómetros, el peregrino cruza por la localidad de Rueda, situada entre el arroyo de Perú y el río Zapardiel, famosa, entre otras cosas, por los blancos caldos que se elaboran en sus bodegas, generalmente cavas mudéjares que testimonian el peso de esta población también en la arquitectura popular y doméstica.
Durante su breve estancia en Rueda y mientras degusta uno de sus sabrosos blancos autóctonos verdejos, el peregrino se informa de que el origen de esta villa es romano y que ya es citada en el siglo VIII como escenario de batallas entre Almanzor y los reyes cristianos de Castilla, León y Navarra, que en 1349 entra a figurar bajo la jurisdicción de Medina del Campo, alcanzando el título de Villa en 1636, siendo el siglo XVIII el más boyante económicamente con un aumento considerable de la población.
Como en las ciudades de paso el peregrino se quiere entretener sólo lo justo para dar un pequeño paseo, en esta ocasión tiene la oportunidad de ver un interesante conjunto de casonas señoriales que datan del siglo XVII, destacando la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo barroco, llamándole la atención la contraposición del gran retablo pétreo que conforma la portada y sus grandes columnas exentas de toda decoración.
Dentro de su habitual interés por las ermitas que se encuentra en su camino, el peregrino pasa ante la ermita barroca del Cristo de la Batallas, edificada de ladrillo a excepción de la fachada que es de piedra, más conocida como la ermita de la Cuba, conocida con este nombre por el vino que los vecinos, antes de irse a la guerra, vertían en una cuba colocada en una casa del pueblo para posteriormente venderlo y conseguir fondos para su construcción, pudiendo venir también de ahí el nombre de las batallas, piensa en peregrino, al que le cuentan que desde otra ermita, la de San José, se tiene una hermosa panorámica de la ciudad, vista que, lamentablemente, no tiene tiempo de realizar.

la ilustre tordesillas. Con el regusto del verdejo aún en su gaznate, el peregrino se pone de nuevo en marcha por un camino muy agradable salpicado de hermosas alamedas y pinares resineros, muy frecuentes en esta zona castellana, camino que le llevará hasta la muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima villa de Tordesillas.
En Tordesillas el peregrino, siguiendo la información que le suministra Gloria en sus trabajos sobre el Camino del Sureste en la provincia de Valladolid, tiene noticias de una iglesia dedicada a Santiago, hoy en ruinas y que se ha venido considerando como la más antigua de la villa, albergando un altar de azulejería de Talavera de finales del XVI con la efigie de Santiago Matamoros que se guarda actualmente en el Museo de San Antolín, antigua iglesia parroquial del siglo XVI, museo que también alberga una escultura anónima de finales del XVII de Santiago sobre su blanco caballo y espada en ristre.
Pero lo que más le satisface es saber que igualmente en ese museo se encuentra una magnífica tabla de Santiago peregrino ante Santa Ana, la Virgen y el Niño, iconografía jacobea que más le gusta al peregrino.
Tras conocer la existencia de estos indicios jacobeos, que le parecen interesantes y significativos, el peregrino se dispone a dar un paseo por Tordesillas.

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