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Biblioteca del Camino
domingo, 16 de enero de 2011
A SANTIAGO POR AVILA (CEBREROS III)
La ermita de Valsordo
El peregrino hace una parada en este rincón que transmite paz y sosiego y que se integra armónicamente en un entorno natural al que no le faltan sus leyendas
El peregrino está próximo a Cebreros, solo le faltan unos dos kilómetros según su hoja de ruta, pero antes, en la antigua Dehesa del Sordo cerca del río Alberche y en una lade-ra rodeada de peñascos y viñas, hace una parada para visitar la ermita de Nuestra Señora de Valsordo, patrona de Cebreros, enclavada en un paraje que al peregrino le transmite paz y sosiego. El peregrino se informa de que en ese lugar, al pie del Camino Real, había un humilladero junto a la vieja ermita de Valsordo, sin saber a ciencia cierta de cuándo datan, aunque ya por el siglo XIII se encuentran algunos datos sobre las rentas que la ermita rendía al Arciprestazgo de los Pinares.
El peregrino tiene la costumbre de visitar las ermitas y santuarios que se encuentran a lo largo del camino, unas veces tiene la suerte de encontrarlas abiertas o, por lo menos, dar con alguien que le pueda abrir, pero la mayoría se tiene que contentar con hacer una visita tan solo exterior.
En este caso el peregrino ha tenido suerte, la ermita está abierta, pero antes de acceder al interior del santuario, realiza un recorrido exterior observando que a la ermita no se la puede definir dentro de un estilo concreto ya que las distintas ampliaciones se fueron anexionando según las modas de cada época, resultando, no obstante, un complejo arquitectónico en completa armonía con su entorno natural. Al peregrino le llama la atención la fuente enclavada frente al pórtico de la ermita en lo que parece ser una gran rueda de molino, fuente que, aunque no echa agua en esos momentos, le da cierto encanto al entorno de la ermita.
Adosada a la ermita hay una casa que el peregrino deduce que debe pertenecer al santero, aunque le dicen que es conocida como la casa del ermitaño y que también sirvió como refugio de peregrinos, sabiendo la fecha de construcción de este cuerpo al descubrirse la inscripción «Se hizo esta obra en 1766» al tirar un muro en los trabajos de res-tauración.
Al peregrino siempre le han gustado los artesonados mudéjares de las iglesias, ermitas y monasterios que ha tenido la oportunidad de visitar, y este que cubre el tercer cuerpo de paredes encaladas y lisas de la ermita cree que merece la pena. Al presbiterio accede a través de un gran arco ojival con una amplia reja de hierro forjado, deteniéndose ante el sencillo retablo que enmarca a la imagen de la Virgen que data de 1939, imagen que al peregrino le parece que tiene una cara muy bonita, preguntándose, como cada vez que contempla estás imágenes de vestir, si no ocultaría en su interior restos de antiguas imágenes románicas que, por desconocimiento y nuevas formas de entender el culto, se cubrieron con las nuevas imágenes procesionales. Al peregrino le hubiera gustado saber si se tenían noticias de la primitiva imagen románica o mozárabe, como a algunos le gusta denominar a estas imágenes de los siglos XII y XIII, pero en este caso, como en otros muchos, solo es la tradición la única fuente de información y solo se sabe que la antigua imagen fue destruida, pero sin datar fehacientemente la fecha.
Una pequeña campanera sobre el arco le indica al peregrino que posiblemente esta sería la primitiva ermita hasta las posteriores ampliaciones, sobre todo la citada de 1766.
Al Camerino de la Virgen se entra por un arco de piedra que está separado de la actual ermita por una verja de hierro forjado, Camerino que está limpio de esos exvotos o mandas que tanto proliferaron en otras épocas en ermitas y santuarios, ofrecimientos que, respetando en todo momento los motivos por los que se hacían, le parecieron al peregrino siempre de mal gusto.
Al peregrino le cuentan que lo poco que se conoce sobre la historia de la Virgen de Valsordo es transmitido oralmente de generación en generación, sobre todo la historia del pastorcillo al que la Virgen extendió su manto para ayudarle a cruzar con sus ovejas un riachuelo crecido tras una fuerte tormenta.
A la Virgen de Valsordo también se la conoció como Virgen de las Victorias o Virgen de los Toros ya que gracias a su protección los lugareños salieron victoriosos en su con-tienda contra los invasores moros, interesándose el peregrino de porqué el nombre de la Virgen de los Toros, aclarándole que fueron unos toros bravos los que arremetieron so-bre los despavoridos invasores.
Al peregrino le dicen que el primer domingo de mayo es cuando se celebra la romería a la ermita, aunque también durante la Virgen de Agosto son muchos los que acercan a festejar a esta Virgen de Valsordo. Antes de continuar su camino, el peregrino se toma un descanso en uno de los poyatos del porche de la ermita soportado por unas pilastras de granito, contemplando el llama-do «Jardín de la Virgen» en donde el peregrino leyó la fecha de 1672 en la peana que soporta un pedestal de varios escalones con una cruz de granito.
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